
Eran eso de las tres de la tarde, el teléfono sonó y nadie contesto, desde el otro lado de la línea, se esperaba una respuesta a la llamada. Los latidos del locutor se aceleraban, la angustia invadía casa neurona de su cerebro, la sangre estaba llena de adrenalina.
Quince minutos después, volvió a sonar el teléfono, no contestaron de nuevo, fue cuando Tanja comenzó a llorar, hacia mucho que no veía, y para verla de nuevo, pasarían mil años, Tanja estaba en cautiverio, no podía salir, estaba en Pensilvania, en una celda con dos gatos negro que le servían de consuelo en las noches frías. El aullido de los lobos, era una tortura para ella, solo pensaba en quienes dejaba atrás. Que paso con sus amigos, que paso con su familia, que paso con las ilusiones que tenía antes de dejar la villa.
No se rindió, esta vez, tomo su última llamada y decidió llamar a la misma persona. Tampoco contestaron, tres lágrimas salieron de sus ojos, el sabor a sal llego a su boca,
-El teléfono al que está llamando, se encuentra fuera de servicio, después del tono grave su mensaje… Piiii.
-Lo siento.
Quince minutos después, volvió a sonar el teléfono, no contestaron de nuevo, fue cuando Tanja comenzó a llorar, hacia mucho que no veía, y para verla de nuevo, pasarían mil años, Tanja estaba en cautiverio, no podía salir, estaba en Pensilvania, en una celda con dos gatos negro que le servían de consuelo en las noches frías. El aullido de los lobos, era una tortura para ella, solo pensaba en quienes dejaba atrás. Que paso con sus amigos, que paso con su familia, que paso con las ilusiones que tenía antes de dejar la villa.
No se rindió, esta vez, tomo su última llamada y decidió llamar a la misma persona. Tampoco contestaron, tres lágrimas salieron de sus ojos, el sabor a sal llego a su boca,
-El teléfono al que está llamando, se encuentra fuera de servicio, después del tono grave su mensaje… Piiii.
-Lo siento.